PRINCIPIOS
La
consciencia es un estado anímico que permite acceder a la comprensión y al
entendimiento de los procesos naturales manifestados con la claridad de lo
obvio mediante el desarrollo constante de la lúcida existencia en el presente,
en el instante, en el momento. La temporalidad de lo que fue y lo que será
están cegados de inconsciencia ya que no se vive en un instante definido sino
en la fantasía de la proyección mental. En la espacialidad del “aquí y ahora” por el contrario se encuentra
la no identificación en los procesos y funcionalismos anímicos sino la certera
atención en lo manifestado, sin perderse por ello en la hechos y su ciencia,
que como dice Platón “no alcanza, sino
para muy poco”. La espacialidad por tanto es la punta del ovillo que enlaza
la realidad de lo físico con la verdad, con lo verdadero que es invisible en la
materialidad de los actos pero subyacente en su esencia. Una edificación es la
materialidad que contiene en sí una verdad que se nos muestra ante los sentidos
físicos y que espera ser descubierta para beneficio de quienes la habitan.
La
ARQUITECTURA ENERGÉTICA CONSCIENTE (AEC) entiende que una edificación no es
solamente la unión con argamasa de materiales aleatorios según una economía
dada, sino que es justamente la manifestación fáctica de fuerzas que traen
consigo la esencia de la verdad de la que se partió para llegar a mostrarse
físicamente. No podemos negar que primeramente una edificación estuvo en la
mente de los propietarios y luego en la de su compositor quién la obligó a
descender a través de sensaciones hápticas por medio de la geometría y hasta la
consecución de piedra sobre piedra para ser lo que es. Una edificación aunque
monumental y sólida, no es más ni menos que una idea que llegó desde la
dimensión mental de quién la miró primeramente y que aún así no podríamos decir
con certeza que fue el compositor quién la creó y que mejor simplemente la tomó
de algo que ya estaba ahí en el mundo mental con la misma materialidad en ese
estado que las personas, los animales, los vegetales y por tanto con sus mismas
condiciones anímicas. Resulta esto tremendamente revelador y revolucionario
pues, sería equitativo decir que tanto un ser humano como un edificio tienen
las mismas características internas y por tanto en esencia, materiales. Claro
que una es la inteligencia humana y otra la vegetal, por ejemplo, en eso no hay
duda, pero existe en ambos inteligencia. Pensemos en que a la humanidad le ha
tomado miles de años el comprender que un toro no ha de ser sometido a
agresiones fuera de lo cabal ya que tienen “alma”
como hasta hace poco lo reconociera la Santa Iglesia Católica. La consciencia
humana ganó un pequeño pero gran peldaño al considerar así la situación de
estos animales y por extensión de todos su pares. Debemos entender por
deducción que será también el día en que las edificaciones tengan el mismo
trato y dejen de ser también agredidas, mancilladas, ultrajadas y tengan el
trato equitativo que la naturaleza se merece y que ahora tiene por ejemplo en
nuestro país, ya de manera constitucional. Vean ustedes que esto que decimos no
es algo aislado, ya que para que las edificaciones dejen de ser agredidas, se
las tiene que inventariar como bienes patrimoniales. Esto es algo útil, pero
similar a la segregación racial que existe entre los seres humanos. Grandes y
hermosos edificios son corrompidos por la economía que los reemplaza y pequeños
inmuebles son saqueados por la avaricia humana con normas urbanas que permiten
la densidad poblacional exagerada y destructiva que satura y envilece. La AEC
quiere que las edificaciones tengan el carácter que se merecen como seres
energéticos que son al igual que el ser humano. Retomando diremos que aunque la
materialidad de una edificación llegó de lo mental, más internamente surgió de
un querer y éste último de un anhelo brotado de una vocación, que es, según la
AEC la fundamental fuerza que impulsa todo deseo que se materializa
físicamente. Cuando la vocación se manifiesta lo hace con la fuerza de un
ciclón transformador. Existe vocación cuando el servicio desinteresado se
muestra en el ente vocacional. La vocación cambia radicalmente a las personas o
a las edificaciones sin hacer que ellas abandonen su estatus, sino que como un
gran compositor obra dándole la tonalidad vocacional a lo que inicialmente
hace. Una persona que trabaja educando al descubrir su vocación artística, no
es que deja de educar, sino que induce a su enseñanza por el medio artístico,
por ejemplo. Así mismo un edificio con vocación para la abundancia sometido
como cárcel, verá al ser enfilado hacia su vocación como en su interior florece
por inducción la generosidad y la tolerancia dando como resultado la compasión
entre los reclusos. La vocación depende de la orientación del nacimiento tanto
en los seres humanos como en las edificaciones.
La
ARQUITECTURA ENERGÉTICA CONSCIENTE tiene tres principios fundamentales, a
saber:
1.
Toda edificación es un ser energético vivo.
2.
La ciudad es la extensión del edificio.
3.
Toda edificación puede enfermar y ser sanada.
TODA
EDIFICACIÓN ES UN SER ENERGÉTICO VIVO.
Los
hechos hablan más que las palabras y es evidente la destrucción que
inexplicable se presenta en ciertas edificaciones contrastada con la armonía y
fulgor que otras manifiestan y que en nada tienen que ver con los principios
vitruvianos de firmeza, belleza y utilidad y más en lo moderno como tecnología,
forma y función. Hermosos edificios son abandonados y agredidos, mientras que
propuestas que no saltan de lo mediano son habitadas con alegría y cordialidad.
En el medioevo, los sanadores alquimistas buscaban con denuedo aquellos lugares
para las edificaciones de curación, pues sabían que un emplazamiento adecuado
redundaría en beneficios para la convalecencia de los enfermos. La capital de
Estados Unidos, Washington fue edificada justamente en un sitio determinado por
cartógrafos masones que buscaron largo tiempo el lugar idóneo para levantar la
emblemática ciudad del país que conocemos actualmente. La evidencia de actos
que ennoblecen la existencia de fuentes de vida internas en el planeta y en sus
transductores los seres vivos entre los que se encuentran los edificios tiene
marcada connotación en la historia occidental pero también en la arcadia de
culturas ancestrales de la humanidad. Cómo entonces uno explicaría la solvencia
y acentuada existencia por sobre los siglos de las pirámides, mayas, egipcias,
aztecas, sin entender que no solamente fueron ubicadas en sitios estratégicos planetarios,
sino que aquella monumental materialidad, tenía en sí los componentes
necesarios para tomar dichas energías provenientes de la Tierra y mantenerse,
caso contrario y de no ser así, al energizar un cadáver, como ejemplo, por más
que lo hiciéramos con todo el poder otorgado a un hierofante, éste no se
levantaría, ni perduraría en los días, menos en los siglos. Si el mundo, la orografía
cambia constantemente, dichas edificaciones se mantuvieron como el que salva su
vida, amoldándose y obrando con inteligencia. Las edificaciones vivas en su
materialidad interna energética son compañeros de vida de la humanidad y a ella
transmiten su acervo de sanidad o enfermedad.
LA
CIUDAD ES LA EXTENSIÓN DEL EDIFICIO
Así
como una persona tiene en sí la capacidad de cambiar su mundo y el mundo que le
rodea, de forma moral en bien o en mal y de modo trascendente en beneficio y
daño, una edificación también lo puede hacer. Basta para alegorizar tal
afirmación, ver con ojos conscientes la revolucionaria influencia que tuvo el “Museo
Guggenheim Bilbao” en la ciudad de la que parte el nombre del edificio y en
general en todo el país español. No solamente esta edificación literalmente hizo
que la otrora ciudad portuaria se levantara para tomar un puesto en el mundo
del arte y del turismo, sino que esta acción permitió que otras ciudades también
lo hicieran así. De igual manera podemos nombrar a Medellín en el país
colombiano como ejemplo de tal beneficio en el colectivo por parte del edificio
“Parque Biblioteca España” que ubicado en el medio de sectores deprimidos de la
ciudad, generó tal impulso en la comunidad que el anhelo de los habitantes
trascendió para mejora y beneficio local. Un edificio tiene en sí la capacidad
de cambiar una ciudad entera. Muy al contrario las propuestas que apuntan a
intervenir en primer lugar las ciudades para hacer que los barrios y la gente
cambien, mediante vías, normas, leyes, han demostrado ser ineficientes y hasta
grotescas como bien lo podemos apreciar a diario en las intervenciones de
policías metropolitanos tanto en Guayaquil como en Quito y que no hacen sino
corroborar el hecho de que una ciudad no es un ente únicamente espacial, sino un ser vivo que debe ser atendido de otra manera con
consciencia. Para ayudarnos a comprender este hecho, que no tiene que ver
solamente con la acción de guardias, debemos remitirnos a los planes de renovación
de París durante el gobierno de Napoleón III con el arquitecto Haussmann en los1800, quién generó en la ciudad los novedosos y hasta llamativos trazados en
diagonal de vías que fueron concebidos para facilitar los accesos de
uniformados hacia sectores de alto riesgo, en ese entonces, de rebeldía social.
Aquí podemos ver la norma influyendo en la ciudad para someterla y llegar a
este estado panóptico del cuál somos parte aunque sin que lo veamos. No hubo
sanidad, hubo miedo y violencia. La gente que vive en las ciudades es
influenciada por ella pero no cambia por esa influencia, sino se somete. Ya
suenan voces que se levantan en contra de esta visión unilateral material que
encasilla a las personas en ciudades funcionales y nada comunales. El caso de
Siria es una de ellas. Ahí, hermanos se enfrentan contra hermanos en ciudades
concebidas para la producción y la ganancia, y en la que los habitantes dejaron
de interesarse por sus vecinos al estar encerrados en pseudo hogares, en
edificios que nada tienen que ver con su condición generadora de beneficio sino
que hacen gravitar en su energía a los usuarios dentro del egoísmo y el
recogimiento individualista; lo que hizo que ahora personas se disparasen entre
sí, pues ya nada les unía. Razones políticas habrán muchas para tal caso, pero
la esencia de todo ello se traduce en el modo de vida de los ciudadanos sirios que
se vieron afectados por edificaciones enfermas y destructivas concebidas desde
la óptica de la ganancia, el mercado, la producción. Una edificación es más que
un elemento de suma y resta de capitales y las personas no pueden quedar al
cobijo de tales supuestos. Una edificación sana permitirá que toda una
comunidad sane y que las ciudades sanen también.
TODA
EDIFICACIÓN PUEDE ENFERMAR Y SER SANADA
-->
Los
pares opuestos son la esencia de la manifestación cósmica. Se está seco o
mojado; existe el día y la noche; la luz se enfrenta a la sombra; lo alto y lo
bajo; la riqueza y la pobreza. Esta dualidad nos permite decir que también existe
enfermedad y salud. Uno puede estar sano, pues no está enfermo y viceversa. No
existe un punto medio, sino la dualidad. En la dualidad está la comprensión de
la manifestación física. Estar lejos o cerca es espacialidad. Estar ayer u hoy
es tiempo. Lo dual, lo binario es la base de la reflexión consciente. En una
edificación, como ente energético, se puede manifestar así mismo la salud o la
enfermedad. Salud cuando en él existe conservación, buen trato, limpieza,
duración, economía y abundancia, apertura y armonía. Enfermedad cuando se
manifiestan en él, plagas, malos olores, manchas, destrucción, roturas,
pobreza, miedo, violencia y encierro. Ahora como los seres humanos somos aquella
herramienta del que se valen las edificaciones para materializarse y los seres
humanos como lo establece Samael Aun Weor tenemos un 97% de inconsciencia por
nuestra condición egoica, inevitablemente las edificaciones que nacen de
nuestro arbitrio, tendrán una marcada tendencia a estar enfermas por lo que las
ciudades también lo estarán. Interesante relación biunívoca que nos une con los
elementos edificados y para nuestro beneficio o daño y perjuicio. Lo hemos
establecido ya en los principios anteriores.
Atentamente
BOJORQUE-CONSTRUCCIONES
No hay comentarios:
Publicar un comentario